Fin de estío

Imagen: Blanco sobre blanco de Kazimir Malevich

De repente,
me veo indignado
en el siglo XXI,
salgo a la calle,
me encuentro vagando
por el boulevard,
me acuerdo de Solimán,
necesito un cigarro,
voy a por él,
me lo fumo
con demasiadas ganas,
me veo sumergido,
inmerso, en la fortuna,
pierdo la virginidad
en el miedo.
Me doy cuenta
de que el dinero
nunca duerme.
Me siento a ver pasar,
me fumo otro,
tranquilo, sin prisas.
Me doy cuenta
de que la palabra
contémporaneo no existe.
Me doy cuenta
de que las palabras
en inglés suenan igual.
Me veo solitario
en el desierto de Arizona.
El concierto no empieza,
como es rutina se retrasa.
Me mira fijamente la Mahou
como si esperase una charla
de quince minutos
que saliese de mi boca.
Es tarde,
me marcho a casa
a la tercera canción.
Me doy cuenta
de que las chicas
solo se acercan
a los guapos.
Me doy cuenta
de que lo del siglo XXI
era solo una excusa
para tomarme unas cervezas.

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