Diana de lluvia


La gente

se cubría

con paraguas vistosos.

Yo era diana

de todos los dardos

que caían

desde el cielo,

y seguía con sed.

Me importaba un bledo,

tenía la ciudad entera

para mí solito.

Di más vuelta

de lo normal,

llegué a casa

con la ropa empapada,

con sueño

pero sin ganas

de dormir.

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