Matar a un ruiseñor

Fila sexta
al lado del pasillo,
asientos cómodos
y rojos,
comienzo a leer
algunas páginas
de celuloide,
más gente que de costumbre
y teléfonos
que molestan,
un pitido
intermitente
se hace notar en el declive
de mi suspense,
deberían
de silenciar
los teléfonos
mediante un arma
de destrucción masiva,
muere el bueno, el negro,
los protagonistas no quedan
contentos, satisfechos,
muere el malo
de la película
con un sombrero de paja
y un cuchillo,
acaba con un cambio de cara.
Y de regreso,
la gente observa
detenidamente
las últimas ofertas
en sábanas y toallas.

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