Aquella poesía…
Añoro aquel poema nunca escrito,
no nos hizo falta de un espito,
aquel hambre de escribir sin apetito,
aquel whisky que no me permito,
aquellos cubos de hielo que derrito.
Aquellas tres cuerdas de mi guitarra,
más que mera chatarra,
aquel sonido, del que desgarra,
sonaba monótona, cual cigarra,
bajo aquella seca parra.
Aquella pluma variopinta,
aquella que carecía de tinta,
como dama, de palabras encinta,
vivaz, no estaba extinta,
traicionera, asidua a la finta.
Aquel papel que no dice nada,
celulosa que fenece abandonada,
paciente ante la frase adecuada,
grafía que quedará abrazada
en aquella nívea morada.
Esa calle…
Añoro ese silbido en la calleja,
ese charco, en el que mi cara perpleja
da sombra y se refleja,
esa tez que posa sobre la reja
sin concebir la moraleja.
Ese adoquín desgastado,
ese suelo empedrado
en el que alguien enervado
se sentó en su costado
sin saber nada de su pasado.
Esa luz impasible y oscura
colma de moradura,
con el tiempo madura
sin pensar en lo que dura,
se zanja, pero perdura.
Ese majestuoso río
sin su falta de brío,
cercado de barrio judío,
profundo y poco bajío,
ese que nadie sabe que es mío.
Esta noche…
Añoro cuando este tictac no marcaba,
cuando este surrealismo nos impregnaba,
cuando poco te importaba,
solo esta plática que ella te daba,
cerrar estos ojos cuando el gallo cantaba.
Este alba de madrugada, amanecer,
y con este remontar, ascender,
llegar a perder la razón, enloquecer,
sin estar falto, de nada carecer,
flotar, navegar, dejarse mecer.
Esta condición nada hidalga,
este no pensar en lo que salga,
este demente que ya cabalga,
tal cual, como negra galga,
por este ejido verde alga.
Este existir que era desasosiego,
solo agitado por tu propio ego,
firmemente, seguir así me niego,
pienso y escojo el trasiego,
sin mirar atrás camino, despego.
“El Surrealismo reivindica para la vida despierta una libertad parecida a la que tenemos en el sueño”
ResponderEliminarFrase, no cualquiera, leída una noche en la barra de "Un perro andaluz".