Soñé que soñaba un sueño de otro

Mientras dormía
montaba en bici
por los sueños
de los hombres,
descubrían
el sonido del silencio
que aullaba, entre sábanas,
en el bosque oscuro
de la humanidad
como la cuerda rota
de una guitarra,
el color de lo invisible
que resplandecía su interior
en mitad de una morada
subido en un árbol.

La escena era completada
por la vieja
meciéndose en su butaca
chirriante,
entrelazando con ganchillo
los hilos negros
de cada quimera
que cerraba con llave.

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